jueves, 3 de diciembre de 2009

4 de Diciembre, Día Nacional de Andalucía: Por la tierra y la libertad, hoy como ayer, seguimos en pie


4 DE DICIEMBRE, DÍA NACIONAL DE ANDALUCÍA
Por la tierra y la libertad, hoy como ayer, seguimos en pie.

Este 4 de Diciembre, celebraremos nuevamente nuestro Día Nacional. Un año más, conmemoraremos aquella primera vez, hace treinta y dos años, en que dos millones de andaluces/zas inundaron las calles de nuestros pueblos y ciudades, en una demostración de auto-reconocimiento y en exigencia de sus derechos colectivos. Autogobierno, trabajo, reparto de la tierra, etc. Muchas fueron las reivindicaciones, pero todas ellas podrían resumirse en una sola: libertad. El deseo de querer “volver a ser lo que fuimos”, como afirma nuestro himno nacional. Un pueblo nuevamente dueño de sí mismo, de su país y sus riquezas, de su trabajo y su destino. Aquella jornada de 1977, se hizo realidad el sueño de Blas Infante, igualmente plasmado en el himno andaluz, el de: “¡Andaluces levantaos, pedid tierra y libertad!”. Aquel día, el pueblo trabajador andaluz se puso en pie en defensa de su tierra y de su libertad.

La inexistencia de un movimiento libertador, coherente y consecuente, rupturista y soberanista, popular y de clase, independentista y revolucionario en definitiva, dejó en manos del pusilánime regionalismo y del españolismo militante, aquella movilización espontánea. El lógico resultado fue que, en lugar de mantenerla e impulsarla como herramienta del despertar popular y el renacimiento nacional, fue paralizada y desmantelada. El siguiente 4 de Diciembre, el de 1978, a través del llamado Pacto de Antequera, se consensuó un acuerdo que en la praxis conllevaba vaciar el futuro de todo contenido transformador, construyendo una estructura útil como apoyatura y base de alienación social y encadenamiento estatal: el “autonomismo”. Autogobierno, ya no significaría plena capacidad de autodirección y autodeterminación popular, sino mera autogestión de una descentralización administrativa delegada del propio Estado. La estratagema culminó con el embaucador referéndum del 28 de Febrero del 80. Ese día se enterró el 4-D bajo la losa del mito de la “conquista de la autonomía de primera”.

De aquellos barros proceden estos lodos. Treinta y dos años después no solo estamos donde estábamos, estamos en una situación aún peor. Seguimos ocupando los últimos puestos de la totalidad de las estadísticas socio-económicas estatales, al igual que en el 77 y, además, habiendo cercenado y haciendo desaparecer aquel espíritu de rebeldía, autoestima y utopía del 4-D, sustituyéndolo por el conformismo y practicismo degradador derivado del autonomismo nacido el 28-F, carecemos del arma más eficaz con la que puede contar un pueblo para transformar la realidad; su propia conciencia de sí mismos y la consciencia de la opresión nacional y la explotación social a la que está sometido. Un pueblo que no sabe que lo es y que ignora el origen y porqués de sus distintas problemáticas, está condenado al sometimiento, a la esclavitud. Ese es el éxito del régimen; haber logrado callar nuestras bocas, vendar nuestros ojos, encadenar nuestros pies y corromper nuestras manos, con el “autonomismo”.

Ha llegado el momento de decir basta y de decirnos basta. De acabar con el engaño premeditado y la ensoñación inducida del “autonomismo”. Sin reconocimiento nacional ni posesión y ejercicio de la soberanía popular, ni hay ni puede haber autogobierno. Más aún, sin previo reconocimiento nacional ni posesión y ejercicio de la soberanía popular tan siquiera hay ni puede haber democracia. ¿Como es posible hacer política “normalizada”, institucionalista e institucionalizada, en un país negado y ocupado, habitado por un pueblo al que se le han arrebatado sus inalienables derechos colectivos? Por eso nuestros antepasados jornaleros/as, hace ya más de cien años gritaban: ¡Viva Andalucía libre! Y por eso Blas Infante escogió esa exclamación como lema del andalucismo histórico. Eran conscientes del encadenamiento. ¿Qué sentido tiene reivindicar lo que ya se posee? Gritar ¡Viva Andalucía libre! Conlleva partir de la inexistencia de libertad en la Andalucía actual. Y partir de la inexistencia de libertad es considerar que se nos ha impuesto un régimen político ajeno y represivo: dictatorial.

A lo largo de la Historia, allí donde se ha vivido en ausencia de libertad, se ha actuado políticamente, siempre, bajo principios y estrategias de resistencia y liberación, no de participación. No se forma parte del sistema, se le combate. ¿Qué hacen algunos/as que se reclaman nacionalistas defendiendo, participando y formando parte de unas estructuras administrativas dictatoriales? ¿Qué hacen algunos/as que reclaman el reconocimiento nacional de Andalucía y la devolución de la soberanía a nuestro pueblo defendiendo, participando, formando parte, aspirando a dirigir unas estructuras administrativas ajenas, que nos niegan nuestra nación e identidad, así como el uso de nuestra soberanía? Atrevámonos a ser consecuentes con nuestra propia ideología. Treinta y dos años de “moderación”, “adaptación a la realidad”, practicismo y cortoplacismo de esa tipología de nacionalistas, son los responsables de la situación que atraviesa nuestra tierra, no el españolismo. Sin su silencio y colaboración hubiese sido imposible el establecimiento y asentamiento del control social de PSOE - PP - IU.

Nuestra nación permanece negada y sometida desde hace siglos. Nuestro pueblo carece de derechos colectivos, tan siquiera es reconocido como tal, y el grado de alienación identitaria que padece es asfixiante y paralizante. En estas condiciones, la lucha de los patriotas y revolucionarios/as, no puede consistir en acumular votos, puestos institucionales, reclamar partidas presupuestarias, “mejoras sociales”. En ser “internacionalistas” antes que “entrenacionalistas”. Nuestras metas no pueden ser las ajenas o estar en la gobernación de la Andalucía dependiente, ignorante de sí y colonizada, sino en hacer realidad esa Andalucía libre con la que se nos llena la boca, concordando teoría y praxis, aunque nos vacíe bolsillos y dificulte representatividades o cuotas de poder. Nuestro deber, como patriotas y revolucionarios/as, es construir un poder popular andaluz que devuelva a los andaluces/zas su país y su soberanía.

En nuestro Día Nacional, en el Día de Andalucía, hacemos un llamamiento a retomar conjuntamente el espíritu de aquel 4-D, reiniciando la larga marcha que nos lleve del estado de resignación y adormecimiento contemporáneo de nuestro pueblo al de rebeldía y levantamiento. Seamos capaces de asumir la responsabilidad histórica que nos corresponde. Seamos capaces de dejar a un lado los mezquinos intereses particulares y unámonos en torno a los objetivos comunes de construir una nación y un pueblo soberanos. No son suficiente las palabras, solo poseen valor los hechos. Treinta y dos años llevamos hablando y proclamando la necesidad de una Andalucía libre, ¿y qué? Son los actos, no las palabras, los que transforman la realidad. De nada sirven las declaraciones soberanistas y radicales acompañadas de cotidianidades regionalistas y reformistas. Salgamos a la calle, allí esta el camino no en las urnas. Comencemos ya la lucha por nuestra libertad, por el Estado Libre Andaluz que soñaba Blas Infante. Hagamos realidad una República Andaluza de Trabajadores. Decía Ernesto Che Guevara que “la revolución se lleva en el alma, no en la boca para vivir de ella”. Nación Andaluza no pretende vivir de Andalucía sino vivir por Andalucía. Por esa Andalucía libre. Por eso, por la tierra y por la libertad, hoy como ayer, seguimos en pie. Hasta lograr la liberación nacional y social del pueblo trabajador andaluz.


¡Por Andalucía libre!

¡Por la independencia y el socialismo!

En Andalucía a 3 de Diciembre de 2009

Nación Andaluza - Comisión Permanente

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