miércoles, 8 de diciembre de 2010

Nación Andaluza contra la declaración del Estado de Alerta


Con motivo del plante encubierto de los controladores aéreos, el régimen español se ha terminado de quitar la máscara, dejando al descubierto su auténtico rostro fascista. Su verdadera naturaleza antidemocrática y reaccionaria. Este Estado Español, al igual que todos sus antecesores, ha demostrado su incapacidad de actuar y pervivir sin la utilización de la opresión y la imposición. Esta última muestra no constituye la excepción a una regla sino la regla de una tradición. Una vez más, la idea de España se muestra como el pretexto de una maquinaria imperialista que facilita la ocupación de las naciones, el sojuzgamiento de los pueblos y la explotación de sus clases trabajadoras mediante el ejercicio del terror de estado y la amenaza militar.

Históricamente, España solo ha sido una entelequia sangrienta, y el españolismo una ideología utilizada como instrumento de las élites dominantes para asegurar sus intereses de explotación y robo institucionalizado sobre los pueblos trabajadores peninsulares e insulares, de su perpetuación mediante unos estados españoles asentados en la violencia y el miedo institucionalizado. En Andalucía lo sabemos bien. Lo venimos padeciendo desde hace siglos mediante instituciones creadas ex profeso para el control y represión de la disidencia larvada del Pueblo Trabajador Andaluz, como la Inquisición y la Guardia Civil, o a través del Ejército, cuando se mostraba de forma abierta, generalizada o incontenible. Ese Ejército aún hoy garante de su “orden”.

No debemos caer en la trampa cegadora del Sistema. Con independencia del carácter corporativista y privilegiado de los controladores aéreos, por encima de la razón o sinrazón de sus reivindicaciones, más allá de lo acertado o desacertado de sus estrategias o de los perjuicios ocasionados por las mismas, el hecho incuestionable y fundamental, el realmente trascendental, es que el Estado Español se ha enfrentado a un colectivo de trabajadores obligándoles a retornar a sus funciones por la fuerza y manu militari. Que se les ha militarizado y se les ha puesto bajo jurisdicción militar, convirtiendo a civiles en soldados de facto, quedando bajo el mando de oficiales y sujetos a sus leyes penales y disciplinarias. Que les han amenazado con ser acusados de “sedición” y de desobediencia a órdenes de la superioridad, lo que, conforme a la legislación castrense, les puede conllevar penas de prisión de hasta ocho años.

Esta actuación solo es la última de toda una serie de determinaciones que demuestran el peligrosamente acelerado camino involucionista emprendido por el régimen en la última década, hacia posicionamientos cada vez más manifiestamente dictatoriales. La aprobación de legislaciones restrictivas de derechos fundamentales, como la ley de partidos o la de inmigración, o la interpretación retrógrada de las libertades ciudadanas como algo que se concede en lugar de algo que se ejercita, son muestras palpables. Pero con la declaración del Estado de Alerta para acabar con una protesta obrera se ha desechado el camuflaje, apostando sin disimulo por un abierto autoritarismo. Estas medidas conllevan un salto cualitativo represivo extremo, hoy aplicado a unos pero que mañana podría ser extensible a otros. La ambigüedad y amplitud de aquello que puede ser considerado como “esencial” lo permitiría. Al igual que bastaría con otra “interpretación” de la ley de partidos para declararnos a todos “ilegales” mediante ella. Así comenzó en el pasado el fascismo, aplicando leyes preexistentes. Esta actuación gubernamental solo es un ensayo del Sistema de cara al futuro, ante la evidente prolongación y acentuación de la crisis y la previsible respuesta popular. Todos los fascismos, todos los reaccionarios, siempre se han amparado en supuestas excepcionalidades y han invocado la defensa del interés general, el Estado, el orden, la paz y la “normalidad” para justificar sus actos represivos contra las clases populares

Ahora adquiere su verdadero significado la creación reciente de la Unidad Militar de Emergencias (U.M.E.). Si hasta ahora la U.M.E. se había introducido tímidamente en la sociedad civil, esta vez los efectivos de la U.M.E. han sido los primeros enviados a aeropuertos civiles para tomar el control de una situación que “se le iba de las manos” al gobierno español. La militarización de la vida pública es el objetivo de esta instancia militar como avanzadilla de la cultura castrense que es tan cercana a la propia idea de España como estado imperialista. Estas son sus verdaderas “misiones humanitarias”.

Pero aún peor que las actuaciones de estos nuevos aprendices de dictadores, es el silencio o las manifestaciones complacientes de la izquierda institucionalizada. De las organizaciones políticas, sociales y sindicales que viven plácidamente a la sombra de este régimen neofranquista a cambio de proporcionarle la fachada de respetabilidad necesaria para aparentar la existencia de democracia. Esos que en lugar de luchar por la transformación social solo buscan votos para formar parte del poder. O esos otros que en lugar de encabezar la lucha popular y organizar nuevas huelgas generales se dedican a aparentar acción y a ganar tiempo recogiendo firmas. Cada vez es más obvio que este Estado no persigue la violencia sino la disidencia, que no defiende a los trabajadores sino que les controla, que no protege derechos y libertades sino que las coarta, que vivimos una pseudo-democracia vigilada, y que lo afirmado solo puede ser negado desde la ignorancia alienada y desclasada o desde la complicidad traidora.

Nación Andaluza exige la derogación inmediata del Estado de Alerta, así como la de todas las normativas y legislaciones restrictivas de las libertades, limitadoras de los derechos ciudadanos de expresión, asociación, manifestación, residencia, huelga, etc. Así mismo, hacemos un llamamiento a las organizaciones sociales y políticas de la izquierda soberanista, revolucionaria y anticapitalista andaluza a la rebelión contra esta medida y a la inmediata movilización contra la misma. Entre todos tenemos que parar y dar una respuesta contundente al avance de este nuevo fascismo en ciernes antes de que sea tarde. Los fascismos lo son no por su autoadcripción, sus formas o nomenclaturas, sino por sus acciones, objetivos y valores. Aprendamos de la historia antes de condenarnos a revivir aquello por lo que ya pasaron anteriores generaciones.

¡Por los derechos y libertades del Pueblo Trabajador Andaluz! ¡Por los derechos y libertades de todos los pueblos trabajadores! ¡Por Andalucía libre y socialista!

Nación Andaluza – Comisión Permanente

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