En la madrugada del 11 de Enero de 1933, 22 jornaleros andaluces son asesinados por la Guardia de Asalto de la “democrática” II República Española, en la localidad gaditana de Casas Viejas, por el gobierno de “izquierda” republicano-socialista estatalista del “progresista” Azaña. Cumpliendo órdenes gubernativas, seis de ellos fueron quemados vivos, incendiando la choza donde se refugiaban con unas viejas escopetas de caza y rodeados por más de un centenar de guardias civiles y de asalto, tras negarse a rendirse. El resto fueron tiroteados en la calle o sacados de sus casas y conducidos hasta las cenizas aún humeantes de la vivienda para ser masacrados, haciendo creer que formaban parte del grupo resistente y así justificar la matanza. Además de con la clara intención de aterrorizar y dar un “escarmiento ejemplarizante”.
Esta era la respuesta de la República a la insurrección popular andaluza llevada acabo por sus elementos más concienciados y combativos, los trabajadores en general y los del campo en particular, al que el régimen burgués españolista mantenía en la miseria de una economía de subsistencia, con falsas promesas de reforma agraria que nunca se materializaban, manteniendo la propiedad de la tierra en manos de una minoría latifundista heredera de la aristocracia castellana conquistadora de nuestra nación, junto a los nuevos ricos producidos por el capitalismo especulador tras el expolio de tierras en el XIX, y cuyas riquezas se sustentaban en la explotación intensiva y despiadada de unos jornaleros mantenidos en régimen de semiesclavitud forzosa.
Aquellos trabajadores andaluces fueron asesinados por levantarse por la tierra y la libertad, como clamaba Blas Infante. Por negarse a ser siervos en lugar de hombres libres. Por querer recuperar las tierras que les pertenecían y les fueron arrebatadas a sus antepasados. Por negarse a seguir siendo exprimidos y robados día tras día. Les asesinaron por revolucionarios y por andaluces. Por luchar contra unas bases socioeconómicas explotadoras, asentadas y originadas sobre otras político-históricas, la ocupación y colonización de nuestra nación. En definitiva, por atreverse a cuestionar el status quo político y socio-económico que el imperialismo españolista decretó para nuestro país, desde el día de su invasión por las coronas castellano-aragonesas, y que los distintos estados españoles, desde entonces hasta hoy, se han encargado de mantener y proteger, con independencia de “formas de estado”. Ese día se evidenció, en toda su crudeza, la realidad de que no hay solución para Andalucía en España y el capitalismo, porque España y el capitalismo son la génesis y la causa del problema.
De igual manera que un crimen de estado cometido sobre otro grupo de trabajadores, un 1 de Mayo de 1886 en Chicago, ha pasado a simbolizar la lucha internacional de la clase obrera por su emancipación, está otra matanza gubernamental, encarna la lucha del Pueblo Trabajador Andaluz por su liberación nacional y social que, una vez más, se muestran inseparables. Si los mártires de Chicago originaron el 1º de Mayo, los mártires de Casas Viejas tienen que representar el día de nuestra clase obrera. Por todo ello, para todos los andaluces de conciencia, en particular para los soberanistas y anticapitalistas, el 11 de Enero debe ser y es el Día de los trabajadores andaluces.
¡Vivan los mártires de Casas Viejas!
¡Viva el Pueblo Trabajador Andaluz!
¡Viva Andalucía Libre y socialista!
¡Viva el Pueblo Trabajador Andaluz!
¡Viva Andalucía Libre y socialista!
Nación Andaluza – Comisión Permanente
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